“Creo en un Estado presente, pero no asfixiante”

Gustavo Hein recibió a ANÁLISIS en la tarde del martes 25 de junio en su despacho en la Cámara baja. Se refirió del sector privado al público y destacó -según sus palabras- el abismo que implica “la burocracia que genera el Estado y que no siempre es a tiempo para la resolución de los conflictos o de los problemas. Viniendo de la actividad privada eso para mí fue un choque, no digo cultural, pero sí fue un choque –digamos- que me sorprendió”.

Como autocrítica desde la política, subrayó que se discuten los problemas de los políticos en vez de los problemas de las personas. Y enfatizará: “Soy de los que cree que el Estado tiene que estar presente. Soy de los que cree que el Estado tiene que ser fuerte como padre que vela sobre sus hijos. Esto no es otra cosa que la defensa del interés general”. Y valorará que la experiencia en la política le ha enseñado “a escuchar”.

Respecto de los contratos truchos, admitió que eso está en el sótano de la democracia. Y adelantó que su Norte es lo que se hace en el Congreso de la Nación donde son públicos los nombramientos del personal de cada legislador. Pero, aclara, que Entre Ríos esa modalidad deberá llegar por consenso y no impuesta.

-¿Cómo fue el tránsito de ser productor agropecuario a intendente, de intendente a diputado nacional y ahora presidente de la Cámara de Diputados de Entre Ríos?

-Veo un abismo entre la actividad privada y el Estado. Pero, más que nada en la burocracia que genera el Estado y que no siempre permite la resolución de los conflictos o de los problemas. Viniendo de la actividad privada eso para mí fue un choque, no digo cultural, pero sí fue un choque que me sorprendió. Es ahí donde siento cómo el Estado se aleja de los problemas reales de la gente. Se aleja y no siempre resuelve los conflictos, los problemas. Entonces debemos generar un cambio: que el Estado deje de ser una máquina de impedir; y sea una máquina que esté aceitada para resolver los problemas de la gente y no para burocratizar aún más los conflictos. 

-Uno de los quiebres que es fácil de observar es la falta de diálogo entre lo público y lo privado. Porque sin ese diálogo no hay posibilidad de desarrollo. Ambos sectores son necesarios, pero no siempre el diálogo es frecuente o fecundo. Alguien podrá decir que el Estado obliga a muchos impuestos y otros pueden señalar al privado que los evade.

-Sí, lo que yo veo como autocrítica desde la política, es que -por lo general o por momentos-, la política discute los problemas de los políticos. Y no –salvo excepciones-, los problemas reales de la gente. Nos quedamos encuadrados y remarcados en los problemas de los políticos y casi siempre a contramano de lo que nos pide la sociedad. 

-Se podría decir entonces que es más el ritmo de los intereses electorales que el de los valores generacionales.

-Así es. Y así como lo puedo repasar en mi experiencia de estar al frente de un Departamento Ejecutivo cuando fui intendente; estoy al frente institucional de un cuerpo legislativo, e incluso me puedo transportar a mi actividad privada para intentar llevar el sentido común de las cosas. No tanto el tecnicismo, pero sí la pronta resolución o intentar qué efecto se genera en la sociedad cuando no hacemos ciertas cosas o no actuamos de manera rápida frente a determinados problemas. Después encuentro o intento entender o quiero interpretar lo que pasa a nivel nacional cuando hablamos de la ausencia del Estado, que el Estado no tiene que interferir. Soy de los que cree que el Estado tiene que interferir. Soy de los que cree que el Estado tiene que estar presente. Soy de los que cree que el Estado tiene que ser fuerte como padre que vela sobre sus hijos. Esto no es otra cosa que la defensa del interés general. El Estado que no entorpezca al privado, pero que vele sobre la seguridad del privado, que marque las normas. Por supuesto, creo en la independencia de los tres Poderes. Soy una persona que trabaja con esa línea y por un mandato expreso también del gobernador Rogelio Frigerio, en el cual creemos en la división de los Poderes y creemos en el respeto de las normas. Creemos en un Estado presente. Pero, no desconozco que hubo quienes han tomado al Estado como propio, para unidades de negocio, a pesar que hay muchas personas que han sido expulsadas del sistema por diversas razones. Creo en el Estado, pero no que eternamente subsidie, sino que brinde herramientas para poder salir adelante. Creo en un Estado presente, pero no asfixiante.

-Su generación ha crecido en el concepto de que es importante enseñar a pescar y no dar el pescado, aunque a veces hay que hacerlo para atender realidades hirientes que no admiten más demoras. Pero, se puede decir que ha crecido en el concepto de la promoción integral de las personas. La Constitución Nacional garantiza –en teoría- el acceso gratuito a la salud y a la educación pública desde el nivel inicial hasta la universidad. Observe qué dos fabulosas herramientas aporta la Constitución para la promoción integral de una persona: salud y educación en todos los ciclos de la vida. Sin embargo, cuando se analiza lo que ocurre en la sociedad, se observan realidades muy hirientes que no condicen con esas herramientas.

-Es muy profunda esa pregunta. Subrayo la importancia de la libertad del hombre con respecto a la educación para su desarrollo y que es primordial. Es ahí donde la disparidad social muchas veces, si no fuera por un Estado presente, muchos chicos quedarían al margen. Aún más de lo que ya están. En ocasiones ha prevalecido la prebenda o ese intercambio que se hace del uso de las personas. Porque muchas veces, cuanto peor, mejor. Hay gente que ha usado ese esquema, se han perfeccionado en ese tema de cuánto peor mejor. Es ahí donde digo lo importante de muchas cosas que no necesitan dinero: una de ellas es la de velar sobre los que menos tienen con la protección y el amor. Y para eso no se necesita dinero. Para eso se necesita gente con vocación de servicio y que esté al frente de organismos públicos que puedan velar por los que no tienen todos los días la posibilidad de que alguien los abrace o les diga “te quiero”. Que los ayude con un plato de comida caliente pero también con un abrazo cálido. Por eso hablo de lo que decía hace un par de minutos atrás de la importancia de un Estado como “padre”, como un tutor que vela por los derechos. Creo que la educación y la salud pública es muy importante y tenemos que cuidarla. Tenemos que cuidarla porque tenemos muy buenos valores. El problema radica en los abusos.

-Podría dar un ejemplo de ese concepto de abuso.

-Soy de los que creen que tenemos primero que preservar nuestras cosas, nuestras cuestiones a nivel país. Por ejemplo, lo que es la salud en relación a nuestras fronteras. Ahí veo un uso excesivo de establecimientos públicos de salud usados por extranjeros. Y es en esa realidad donde se crea esa dicotomía que, por un lado, encontramos salas de primero auxilio en el interior del país que muchas veces no tienen los elementos básicos; y, por otro lado, encontramos centros de alto estudios médicos con mucha afluencia de extranjeros que solamente vienen a hacer uso y vuelven a sus orígenes, a sus países. En esa realidad soy de los que creen que tenemos que proteger o que haya un canon especial para aquellos extranjeros.

-En un sanatorio de alta complejidad privada se pueden observar muchos vehículos con chapa patente de países limítrofes. Pero, convengamos que en los alrededores de los hospitales públicos no se los observa. Es decir, son atendidos en el sector privado. Y en el caso que vaya de casualidad a un nosocomio público, esos establecimientos están arancelados. Es sin cargo (nunca es gratis) en el hospital público para aquellos que no tienen ninguna clase de cobertura. Un afiliado del Iosper, para dar un ejemplo, va al hospital público y ese servicio es abonado por la obra social.

-No estoy en contra de la afluencia. Pero sí la de evitar los abusos. Argentina es casi desde siempre un país donde ha sido el lugar de afluencia de inmigrantes, por la bonanza en sí de la tierra, por el clima, por la idiosincrasia. Incluso, también, se hace abuso muchas veces de esas cuestiones. Pero, somos un país receptor. Somos un país de inmigrantes. Mi bisabuelo vino del Líbano. Quiero que quede claro: no estoy en contra de eso. Lo que estoy a favor es que tenemos que preservar y darle el valor, por ejemplo, al estudio, a las universidades nacionales públicas que tienen una alta afluencia de estudiantes del exterior. A mí me gustaría que hagan una contraprestación, que den un servicio al Estado Nacional por determinados años. Insisto, estoy a favor de abrir las puertas; lo que no estoy a favor es que ese nivel de conocimiento que se adquiere en las universidades públicas no tenga una contraprestación para el habitante de la Argentina. Creo que ese es un tema muy importante para debatir. Y hay otro tema que tampoco hay que evadirlo y me refiero a aquellos compatriotas que murieron en otros lugares sin la atención requerida. Como Estado tenemos que velar y tenemos que cuidar nuestras cosas. Deseo que se entienda bien: porque defender lo nuestro no es ser xenófobo.

Una política violenta, una sociedad violentada

-Lo llevaremos a un recuerdo que tal vez no sea tan grato, pero la idea es poder reflexionarlo a la luz de la actualidad. Usted fue víctima de una agresión violenta en su hogar, cuando fue víctima de un incendio que pudo ser trágico. Si bien ese hecho puede circunscribirse en algo “local”, también es inspirador para intentar abordar los niveles de violencia y agresión que se vive en la sociedad. Sobre todo, en los medios de comunicación, donde no se hace escuela de pacificación precisamente. Y ni qué hablar del lenguaje agresivo y soez del presidente Javier Milei.

-Cuando se debate y no se tienen argumentos, se responde con la descalificación personal y casi siempre con la agresión. A eso le debemos sumar el “miente, miente”, que algo quedará. Ese hecho violento que padecí con mi familia nos marcó mucho. Nos hemos convertido en una sociedad compleja con respecto a cualquier hipótesis de conflicto y eso desencadena un caos. Y muchas veces, los que estamos ocupando cargos públicos tenemos que doblegar los esfuerzos para que impere el respeto. ¿Por qué? Porque tenemos una carga pública. Entonces, yo puedo decir, la sociedad está violenta, sí, pero el ejemplo empieza por casa. Lo que también pasa a los que ostentamos esporádicamente un cargo, es que lo toman (al cargo) como un derecho adquirido y un derecho de propiedad. Yo sustento todo lo contrario. Es uno quien debe dar el ejemplo. La agresión que sufrimos familiarmente nos marcó por la intolerancia. Y en mi caso personal, me marcó también por los daños colaterales que se generaron en mi entorno, ya no solo familiar sino también los amigos. La agresión y la intolerancia son inaceptables, con el agravante que quien agrede o es intolerante nunca mide el daño colateral que genera. Por eso, destaco que la política fue para mí un aprendizaje de escucha. Y lo aprendo todos los días. Cuanto más alto sea el cargo, más cercano hay que estar con la gente. Cuanto más alto sea el nivel de responsabilidad, más abierto hay que estar ante la crítica. Porque esto es efímero. Tenemos fecha de vencimiento. En mi caso vence en febrero de 2025, cuando se renueven las autoridades de la Cámara. 

Una cultura federal debilitada

-Llama la atención que en la Cámara de Diputados sigue predominando Paraná a la hora de conformar las bancas. Es decir, se ha perdido desde hace décadas una conformación federal en la provincia. De hecho, hay Departamentos que no están siquiera representados como el caso de Gualeguay, Nogoyá y San Salvador.

-A la hora de armar las listas… Son estructuras determinantes. Sí, creo que debemos tomar ese riesgo (de federalizar las listas, más allá que Paraná y Concordia sean las que definan muchas veces las elecciones. Tenemos que animarnos a federalizar aún más la composición de la lista. Hay una centralidad, lo acepto. Luego hay otras particularidades, por ejemplo, en Gualeguaychú el oficialismo no tiene ningún diputado. Creo que se está en ese camino de abrir, de generar nuevos aires con respecto a la política. Creo que hay nuevos emergentes, hay que animarse a escuchar voces nuevas. Pero, es como que siempre Paraná y Concordia determinan en gran manera.

-Se observa que, a nivel nacional, no hay desde hace por lo menos 30 años voces entrerrianas defendiendo el federalismo. 

-Entre Ríos no se caracterizó por defender sus recursos o ha negociado mal lo que produce en relación a lo que compra. Pero, el gobernador Frigerio hoy tiene ese mandato interno de hacer valer los recursos provinciales. Está poniendo en valor lo que producen los entrerrianos, lo que se produce desde el interior de la provincia, frente a un gobierno central y también frente al mundo. Está abriendo las fronteras. En estos primeros seis meses de trabajo ya se está viendo un dinamismo con respecto a poder hablar de las bondades de lo que hoy somos capaces los entrerrianos. Creo que la Región Centro es clave porque nadie se salva solo y es muy importante ese bloque que integramos junto a Córdoba y Santa Fe. Casualmente, el jueves 27 de junio tenemos una reunión de la Región Centro en la ciudad de Santa Fe. Creo que es importante, creo que se viene –no lo que fue antaño con el puerto de Buenos Aires y el interior-, pero sí trabajar en bloque con respecto a preservar y a darle un volumen distinto a la negociación. Creo que el gobernador está con esa línea de trabajo. Nosotros mismos, los que trabajamos en diferentes áreas, estamos intentando trabajar en red con las Cámaras. El jueves 4 de julio estará vendrá un grupo de diputados, el presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes, para trabajar con temas que son como espejos en relación a lo que son Corrientes y Entre Ríos. Tenemos una mirada de mucha apertura: los problemas de Santa Fe o de Corrientes no son muy distintos a los de Entre Ríos y podemos generar rapidez con respecto a cosas que se han hecho. Hay una apertura y de verdad creo que es la salida, creo que es el camino. No hay nada para inventar. Creo que hay cosas para replicar y poder trabajar en red nos va a facilitar muchísimo y a la hora de defender nuestros recursos o defender esa entrerrianía nos va a ayudar muchísimo con nuestros vecinos frente a un gobierno nacional. Los entrerrianos hemos sabido hacer, digamos, hemos sido el faro de la Argentina. De Entre Ríos salían líneas nacionales. Bueno, queremos volver a eso y creo que hoy tenemos esa oportunidad, estamos trabajando en esa línea y me parece que no podemos desperdiciarla. En nosotros no hay espacio para fracasar y creo que no nos merecemos pasar por un lugar sin dejar huella. En ese sentido creo que el gobernador nos da el espacio suficiente como que para que cada uno desde su lugar ponga su impronta para el sentido común: esa es la apertura al diálogo que hay que generar. Y me parece que soplan nuevos tiempos en ese sentido.

Una práctica corrupta

-Cuando asumió la presidencia de la Cámara de Diputados, la institución ya estaba embargada moralmente por “los contratos truchos”. Esto es un acto de una gravedad inusitada en la historia de la democracia en Entre Ríos. ¿Cómo enfrenta esa realidad en una imagen que está en el sótano de la democracia? ¿Cómo remonta esa situación?

-No hace falta solamente declamar la transparencia. Hay que reflejar. Yo creo que hemos dado muestras, hemos empezado un camino de corrección. Nunca basta con eso porque la transparencia es un proceso permanente. Y siempre se puede mejorar aún más. Creo que estamos en el subsuelo. Comparto esa imagen. Estamos en el subsuelo. No obstante, hemos dado muestra de que ese accionar (el de los contratos truchos) no se repita. Estamos decididos a generar un efecto espejo similar al del Congreso de la Nación donde se sabe a ciencia cierta qué cantidad de personal y en qué categoría contrata cada diputado. Vamos hacia allá. Mi Norte es el Congreso Nacional. Yo fui diputado nacional. Usted entraba en la red y sabía todo. Creo que tenemos mucho por hacer. Pero, esto no será una cuestión impuesta, sino un trabajo en sintonía con el Cuerpo entero de la Cámara para consensuar los criterios y los matices. No será una cuestión impuesta, pero tenemos que reflejar la transparencia. Tenemos muchísimo por hacer. Nuestra postura es… decir, hacer y reflejar. En cambio, si normalizo conductas bajo el argumento que por décadas siempre se hizo así, no valdrá la pena que yo esté en esta presidencia.